El calor del orujo lleva a Genarín por las calles de León

La lluvia dio una tregua a la noche de Jueves Santo, dándole a la Cofradía de Nuestro Padre Genarín la oportunidad de disfrutar del Santo Pellejero y llevarle por las calles del León que le vieron pasarse con el orujo entre burdel y burdel

Periodista
29 de Marzo de 2024
Actualizado: 29 de Marzo de 2024 a las 13:46
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La lluvia dio una tregua a la noche de Jueves Santo, dándole a la Cofradía de Nuestro Padre Genarín la oportunidad de disfrutar del Santo Pellejero y llevarle por las calles del León que le vieron pasarse con el orujo entre burdel y burdel. 

Entierro de Genarín
Entierro de Genarín

No llegaban las 00:30 horas cuando el Entierro se acercaba a la Plaza del Grano, aquel lugar donde las leyendas dicen que Genaro Blanco fue visto por última vez, bajando de la taberna de tío "Perrito", de lado a lado por la calle apalpacoños.  

Allí, los versos resonaban, cantando al cielo la más pura y triste realidad de la actualidad, que este año fue recitada a través de las estrofas del ganador, Ignacio Fernández, y el accesit, Juan Fernández Polo de la XII del Certámen Genariano de Versos Burlescos. 

Entierro de Genarín
Entierro de Genarín

Sin duda una parada en la que muchos Genarianos comienzan el curso del Entierro, cuya próxima parada sería como siempre la calle de los treinta pasos. Una calle de la Sal dedicada a Francisco Pérez Herrero, el principal propagador de la leyenda del Santo Pellejero. 

Se recitaron los versos, y "aserrin-aserran", los pasos se contaron llegando en 30 hasta el final de la misma para volver a brindar en nombre del borrachín y así seguir el camino hasta la Catedral. La Pulchra Leonina fue testigo de aquel poema, que tal y como recordó Maximino Barthe, abad de la Cofradía, "fue el que se recitó en 1957", 

Una fecha en la que se canceló la celebración, pues 3.000 personas reunidas ante la Catedral en un a noche de Jueves Santo de la época, provocaron el aviso del obispo al gobernador civil, que puso punto y final a la celebración, que volvería por todo lo alto en 1978. 

La historia no es fácil de contar, y el que mejor lo hizo fue Julio Llamazares, que con su pluma recordó las hazañas y aventuras del Bendito Canalla, que ahora cerca de 20.000 personas disfrutaron de una noche de orujo y diversión.