El delegado de la Junta, Eduardo Diego, ha cifrado en 800 hectáreas la superficie afectada por el incendio forestal que se inició el pasado lunes en Castrillo de los Polvazares. A pesar de la magnitud del fuego, Diego ha señalado que la mayor parte de lo quemado corresponde a pradera y matorral.
El incendio, que ha mantenido en vilo a la provincia durante las últimas horas, ha descendido ya a nivel 1 de peligrosidad. Sin embargo, las labores de extinción continúan y en la zona siguen trabajando cerca de 80 medios aéreos y terrestres, según los datos proporcionados por Infocyl.
Una de las noticias más positivas es que no ha sido necesario evacuar a ninguna población, a pesar de algunas informaciones que circularon ayer por la noche.
Sin embargo, detrás de este incendio se esconde una sombra de intencionalidad. Según el delegado de la Junta, Eduardo Diego, todo apunta a que la mano del hombre está detrás del origen de las llamas. "No es casualidad que se den dos incendios en la misma zona en unas horas, la mano del hombre está detrás y está poniendo en riesgo las vidas de los trabajadores de extinción de incendios", afirmó Diego, haciendo un llamamiento a la responsabilidad.
A pesar de que el peligro parece haber pasado, las autoridades continúan investigando las causas exactas del incendio y no descartan la posibilidad de que se hayan producido de forma intencionada.
La rápida propagación del fuego, especialmente en las primeras horas, se debió a las altas temperaturas, la baja humedad y el fuerte viento que azotaba la zona. Estos factores, combinados con la naturaleza del terreno, dificultaron enormemente las labores de extinción.
El secretario técnico del servicio y jefe del incendio afirmó que, aunque el incendio "se puede considerar técnicamente estabilizado", aún no se ha dado por controlado. Esto se debe a que la extensión y el perímetro del incendio son lo suficientemente grandes, y a que los medios desplegados requieren que "se mantenga la cautela" ante la posibilidad de una "reproducción que pueda causar una nueva alarma". Además, las "condiciones climatológicas empiezan a ser un poco desfavorables" debido al aumento de la temperatura y al viento.
El jefe del incendio resaltó que el incendio se propagó a una velocidad de entre 150 y 180 hectáreas por hora, es decir, 28 metros por segundo. Esto se debió a que "el viento mantenía una velocidad constante de entre 25 y 30 kilómetros por hora, con rachas provenientes del noroeste que superaban los 45 o 50 kilómetros por hora". Estas condiciones "dificultaron considerablemente las labores de extinción".
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