La comarca del Bierzo, rica en tradiciones y cultura, se distingue por su compromiso con la preservación y disfrute de los juegos tradicionales, entre los que destaca el juego de los bolos. Este deporte ancestral, que cuenta con dos variantes autóctonas, sigue siendo un elemento crucial en la vida de las comunidades bercianas, fortaleciendo los lazos sociales y resaltando el valor de lo propio.
En El Bierzo, los bolos trascienden el simple entretenimiento; representan una forma de mantener viva la historia y la identidad de la región. Aunque su popularidad alcanzó su punto máximo en décadas pasadas, cuando se organizaban ligas locales entre los pueblos, hoy en día continúa siendo un atractivo en las fiestas patronales. Muchos aún se reúnen por las tardes para disfrutar de esta tradición en buena compañía.
Villafranca del Bierzo y Vega de Valcarce son ejemplos destacados de lugares donde este deporte, con profundas raíces en la región, sigue vivo. En estas localidades se practican estilos únicos que han perdurado a lo largo de los años, demostrando que los bolos ocupan un lugar especial en la rica herencia cultural del Bierzo.
El Deporte
En cada zona del Bierzo, los bolos se juegan de manera distinta, con peculiaridades que reflejan la identidad cultural de cada lugar. En Villafranca del Bierzo, se juega al bolo a la fila, estilo Porcarizas, una variante que ha resistido el paso del tiempo y que sigue siendo un símbolo de la comunidad.
Este estilo se caracteriza por el uso de bolas de madera de encina, que pueden ser cilíndricas o casi redondas. Estas bolas varían en tamaño, desde los 8 hasta los 20 centímetros de diámetro, y algunas pueden pesar hasta un kilo. La madera con la que se fabrican las bolas es cuidadosamente seleccionada para asegurar la durabilidad y el rendimiento en el juego.
Los bolos, por su parte, se elaboran con madera verde de piorno o pradairo (arce). Miden entre 12 y 14 centímetros de altura y pesan alrededor de 200 gramos. La diferencia en los materiales utilizados para las bolas y los bolos refleja la importancia de cada elemento en el desarrollo del juego.
El terreno de juego en el estilo Porcarizas es un espacio de 22 metros de longitud, desde la piedra de bolos hasta la raya que marca la zona de lanzamiento. Los bolos se colocan sobre una piedra, agrupados y sujetados con bula de vaca o arcilla, inclinados hacia adelante para aumentar la dificultad del juego. La plaza del concejo, con su piedra característica en uno de los laterales, es el escenario habitual donde se desarrollan estos encuentros.
En el estilo Porcarizas, los jugadores pueden elegir entre dos formas distintas de lanzar la bola, cada una con su propio carácter y nivel de desafío. La primera opción, conocida como "en carrerilla," es la modalidad más común y dinámica. En esta variante, el jugador toma impulso, corre unos metros y, en el momento justo, suelta la bola aproximadamente a un metro de los bolos. Este estilo de lanzamiento exige precisión y velocidad, ya que el objetivo es derribar la mayor cantidad de bolos posible con un solo lanzamiento.
Por otro lado, existe una variante más estática y meticulosa, llamada "a rocho." En este estilo, el jugador adopta una postura fija, con los pies quietos y las piernas ligeramente abiertas, y suelta la bola a unos 20 centímetros de los bolos. Aunque puede parecer una opción más sencilla, lanzar a rocho requiere una gran concentración y una técnica depurada. Aquí, la fuerza y la precisión son esenciales para lograr un lanzamiento efectivo, ya que la cercanía a los bolos exige un control absoluto de la bola en el momento del impacto.
El juego no cuenta con jueces formales; en cambio, los propios jugadores y espectadores asumen el rol de árbitros, decidiendo juntos sobre las incidencias del juego. Tampoco hay un número fijo de jugadores, ya que los equipos se forman en función del número de participantes, buscando siempre un equilibrio.
En la localidad de Vega de Valcarce, también se practica el bolo a la fila, pero con un estilo propio, al estilo Santo Tirso. Al igual que en Villafranca, los bolos se colocan inclinados sobre una piedra, pero la técnica de lanzamiento varía ligeramente.
Para jugar, el participante debe posicionar su pie de apoyo en una piedra colocada a cierta distancia de los bolos. Desde esta posición, se efectúa una zancada para tomar impulso y, en un movimiento ágil, se lanza la bola con la intención de derribar los bolos. Este estilo, aunque similar en esencia al de Porcarizas, añade su propia complejidad y tradición a la rica cultura de bolos en El Bierzo.
Actualidad
Los bolos bercianos, que en su momento de mayor auge contaban con ligas entre pueblos, siguen siendo un símbolo de identidad y cultura en la comarca. Aunque hoy en día el deporte no cuenta con tanta organización formal, sigue siendo común encontrar a los lugareños disfrutando de este juego en las tardes o durante las fiestas patronales, donde se celebran torneos que mantienen viva la tradición.
La comarca del Bierzo, con su rica diversidad cultural y tradiciones arraigadas, demuestra que el pasado sigue vivo en sus costumbres, uniendo a generaciones alrededor de juegos que son mucho más que simples pasatiempos: son la esencia de un pueblo.
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