El juego de la llave es un fascinante deporte de lanzamiento de precisión que se ha practicado durante décadas en la comarca del Bierzo y en las regiones de Galicia y Asturias. Este juego, con múltiples variantes y una historia disputada, se ha convertido en una tradición profundamente arraigada en estas comunidades, ofreciendo no solo entretenimiento, sino también un vínculo con el pasado industrial de la región.
La Historia
El juego de la llave es un deporte que encuentra sus raíces en la Revolución Industrial, concretamente a mediados del siglo XIX. Según la tradición, fueron los trabajadores del ferrocarril de Gijón, en Asturias, quienes inventaron esta actividad. Durante sus descansos, estos obreros lanzaban objetos metálicos contra una llave utilizada para unir las traviesas con los raíles del tren, originando así el "juego de la llave de vías".
Este pasatiempo no tardó en extenderse a otras áreas, incluyendo Galicia y la comarca del Bierzo, donde cada región desarrolló sus propias variantes del juego. Aunque en la región leonesa se practica casi exclusivamente en el Bierzo, también es común verlo en Galicia y Asturias. Los asturianos, en particular, reclaman la autoría del juego, asegurando que hace 100 años fueron sus trabajadores ferroviarios quienes inventaron esta actividad en sus descansos, utilizando lo que llamaban "llave de vías".
El juego de la llave ha sumado varias décadas de historia a sus espaldas en Galicia y parece tener su origen firmemente ligado a los tiempos de la Revolución Industrial. Las hipótesis más aceptadas sobre sus comienzos sitúan su origen en las localidades ferroviarias, especialmente en Gijón. Desde allí, su práctica se extendió progresivamente a otras zonas, principalmente de Asturias, el norte de Galicia y el Bierzo.
El Deporte
En la comarca del Bierzo, el juego de la llave es una tradición que se mantiene viva en los recintos de las bodegas de los pueblos. Este deporte, que combina habilidad y precisión, se practica utilizando una barra metálica de unos 120 cm de altura, equipada con tres aspas giratorias de diferentes tamaños y separadas entre sí.
Los jugadores, desde una distancia de 12 metros, lanzan tejos de hierro de 200 gramos con el objetivo de golpear las aspas y sumar puntos. Los equipos compiten por turnos, y el equipo con la mayor puntuación al final de las rondas pactadas es declarado ganador. Como recompensa, los vencedores disfrutan del vino o las viandas proporcionadas por los perdedores en la bodega donde se ha disputado el partido, lo que refuerza el carácter comunitario y festivo de esta actividad.
En algunos ayuntamientos se ha dado un paso más para preservar esta tradición al establecer un reglamento específico para la modalidad de juego de la llave de tres aspas, una versión tradicional de este deporte en la comarca del Bierzo. Este reglamento define con precisión las características de los elementos de juego y la forma de puntuación.
Según estas normas, la llave consiste en una barra metálica de 120 cm de altura, equipada con tres aspas giratorias de distintos tamaños: 15 cm, 10 cm y 6 cm. Las aspas están separadas por distancias de 10 cm y 16 cm, respectivamente, configurando el blanco que los jugadores deben golpear con sus lanzamientos. Cada jugador dispone de 10 tejos por ronda, intentando acertar en las aspas para obtener la mayor cantidad de puntos posible.
Pero el juego de la llave no es exclusivo del Bierzo. En Galicia, este deporte presenta tres variantes principales, cada una con sus propias características y reglas específicas. La chave en aspa, popular en la provincia de Ourense, utiliza una llave con aspas. La chave de lengua, que se juega en A Coruña, emplea una llave con una estructura similar a una lengua o punta de lanza. Por último, la chave de horquilla, típica de Ferrol, usa una llave con forma de horquilla. En estas modalidades, los jugadores lanzan pellos, discos de hierro o plomo que varían en tamaño y peso, intentando golpear la llave para sumar puntos.
En Asturias, el juego de la llave también tiene una presencia significativa. Los asturianos reclaman la autoría del juego, apoyándose en la tradición de los trabajadores del ferrocarril de Gijón. Aquí, el juego se asemeja a las variantes bercianas y gallegas, y sigue siendo una actividad popular entre los locales.
El desarrollo del juego es sencillo pero requiere una gran precisión y habilidad. La llave, que puede variar en forma y tamaño según la región, se coloca a una distancia de entre 10 y 15 metros del lanzador. Los jugadores, ya sean individuales o en equipo, lanzan sus pellos o tejos intentando golpear la llave para hacer girar las aspas o derribar la lengua, dependiendo de la modalidad.
La Anotación
La puntuación en el juego de la llave se asigna en función del aspa o parte de la llave golpeada. En algunas variantes, es necesario que las palas den al menos una vuelta completa para que los puntos se sumen.
En el Bierzo, la puntuación se distribuye de la siguiente manera: el aspa pequeña vale 20 puntos, la mediana 10 y la grande 5 puntos. Además, golpear el eje central otorga 1 punto. Los equipos compiten por turnos y el equipo con la mayor puntuación al final de las rondas pactadas es el ganador. La recompensa para los ganadores suele ser disfrutar del vino o las viandas proporcionadas por los perdedores en la bodega donde se ha disputado el partido.
En Galicia, los equipos, formados por cuatro a seis jugadores, compiten para alcanzar 60 puntos. Un golpe directo a la chave otorga 8 puntos, y el pello más cercano a la chave recibe 1 punto. Esta variación del juego, al igual que la versión berciana, fomenta la competencia y el compañerismo, consolidando su lugar como una actividad social y deportiva importante en la región.
Hoy en día, el juego de la llave está considerado un deporte autóctono por la Junta de Castilla y León, un reconocimiento que subraya su importancia cultural y tradicional en la región. Su popularidad se mantiene viva gracias a las competiciones locales y al interés de las nuevas generaciones por preservar este legado histórico. El juego de la llave no solo es una actividad recreativa, sino también un testimonio vivo de la historia y la identidad cultural del noroeste de España.
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