La tradicional subida a la sima del Pozo Grajero, en el municipio leonés de Burón, rendirá homenaje el domingo 14 de julio a los represaliados por el franquismo, así como a los guerrilleros y enlaces que protagonizaron las primeras muestras de resistencia al régimen.
Se trata de un recuerdo compartido, con intervenciones abiertas a los asistentes junto a la placa que sella la sima, será el acto central de una jornada que se completará con una comida popular en la Casa del Parque de la localidad de Lario.
El punto de encuentro se situará en la entrada de la localidad de Polvoredo y los asistentes están convocados a las 11.30 horas para iniciar el ascenso hasta la entrada del pozo, donde la Junta Directiva de la agrupación que organiza los actos propiciará recuerdo compartido, con intervenciones de partidos políticos, sindicatos y quien quiera asistir junto a la placa que sella la sima.
Los organizadores aseguraron que en este año, “que invita más que nunca a señalar el retroceso de 80 años en valores democráticos que intenta imponer la Junta de Castilla y León, donde la vuelta de la España en blanco y negro pretende sembrar la discordia y una mentalidad medieval”, está “más que justificado” celebrar actos de memoria democrática y de “verdadera reconciliación y concordia” con “lo mejor del pasado y ejemplo de un mejor futuro”.
También agradecieron a las diferentes organizaciones que colaboran “activamente” para facilitar el acto, intentando fletar buses que faciliten la mayor participación. Así, detallaron que partidos políticos como Alantre, Izquierda Unida y Podemos o sindicatos como Comisiones Obreras y la Unión General de los Trabajadores son puntos donde poder apuntarse a la jornada. Además, cualquier persona interesada en apuntarse puede contactar para hacerlo a través de los números de teléfono 622168992, 616755502 y 681246735.
La sima del Pozo Grajero, situado a escasa distancia de la línea que separa la provincia de León del Principado de Asturias, está unido a la memoria de las 13 personas cuyos cuerpos sin vida fueron arrojados al pozo en noviembre de 1937, con el objetivo de que nadie los encontrase y de que sus nombres permanecieran en el olvido. La única víctima que logró sobrevivir, Jacinto Cueto, consiguió escapar de la gruta y dar aviso sobre la matanza.
Más de seis décadas después, en 1998, los familiares rescataron de forma casi clandestina varios de los cuerpos en un trabajo que precedió en dos años a la exhumación conocida como ‘los trece de Priaranza’, que resultó el germen para la creación de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.
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