Es difícil relatar la tensión e impotencia de una persona, de una familia, cuando se observa cómo el fuego se acerca a su casa mientras devora cientos y cientos de hectáreas de encina y pinar. Con el trabajo de las mangueras, enganchadas a las tomas de agua municipales y a los patios de las viviendas, algunos vecinos de los que decidieron quedarse en sus pueblos, a pesar de que se habían desalojado, y otros voluntarios llegados desde poblaciones cercanas con palas, tractores, cisternas y gradas, defendieron hasta bien entrada la noche estas localidades entre la tensión y la impotencia.
En estos dos valles han sido varias las localidades desalojadas, tanto en el Eria, como son los casos de Alcubilla de Nogales, San Esteban de Nogales o Castrocalbón, o la del Jamuz, como Alija del Infantado, La Nora del Río, Genestacio, Quintaba del Marco, Villanueva de Jamuz o Jiménez de Jamuz, el más poblado de todos, en las cercanía de La Bañeza.
La provincia sigue ardiendo, en este caso con este fuego que ha llegado desde el norte de Zamora, originado en Molezuelas el domingo, y que lleva calcinadas miles de hectáreas.
Una tarde en vilo, que continúa por la noche, con el fuego rodeando las casas, algunos inmuebles antiguos calcinados, molinos, naves ganaderas que se han salvado por poco pero en las que el fuego se ha llevado la paja y parte de la maquinaria. Y vacas que se han quedado en el monte, que con el fuego se asustaron y corrieron sin dirección. Donde los corzos se asomaban a la carretera, con la duda sobre hacia dónde dirigirse. En algunos puntos, el río Jamuz y toda su vega han servido de parapeto y han frenado varios frentes, que han ocasionado un humo visible en todo el Páramo leonés y en la capital provincial.
Un denominador común: el trabajo incansable de los vecinos para salvar sus pueblos, que echaron en falta la ayuda de los medios de extinción, en una tarde en la que no se escuchó ni un helicóptero ni se vio un camión de bomberos en el Jamuz.
Los esfuerzos se afanaban en evitar que el fuego alcanzara Alija del Infantado, pero un cambio brusco del viento sobre las 19 horas, en el monte de Bécares, que ha ardido casi por completo, viró el incendio hacia el norte, donde las lenguas bajaron a una “velocidad increíble”, tal y como apuntaban dos de los vecinos jóvenes que se habían quedado a salvar sus casas en Genestacio. “Habíamos mojado todo el entorno, pero es que ha sido muy rápido”, lamentaban. Se han venido abajo un par de viviendas antiguas, junto a la carretera LE-114, un invernadero y afectado a varios cultivos. Lo mismo en Quintana del Marco y Villanueva de Jamuz, donde algunos habitantes, en mayor cifra estos días en época estival, observaban desde las bodegas cómo se quemaban los pinares, a un kilómetro. Solo los tractores trabajaban con velocidad en marcar cortafuegos en las parcelas de cultivo para paralizar las llamas que se dirigían a las casas.
Fueron desalojados muchos más pueblos, algunos por precaución y otros por el denso humo. El número total de desalojados llegó hasta cerca de los 6.300, que han sido trasladados a pabellones, principalmente al de La Bañeza, donde había colas de coches para llegar, pero también al frontón cubierto de Valcabado del Páramo.
Si quieres que te llegue lo más importante y avisos de última hora, envía SUSCRIBIR o ALTA a nuestro número de Whatsapp +34 659 04 27 34 y formarás parte de nuestra lista de distribución de noticias. Es gratis y te mantiene informado con lo más relevante