María Esther Seijas Villadangos, catedrática de Derecho Constitucional, ejerció como ponente en el acto institucional del 45 aniversario de la Carta Magna celebrado en León. Allí, defendió que "la Constitución española no permite una amnistía".
Ante un diverso y amplio elenco de autoridades y representantes institucionales, Seijas pronunció un discurso sobre los orígenes, funciones y retos de las constituciones en el Palacio de los Guzmanes de la capital, sede de la Diputación, que ejerció de anfitriona. “La Constitución se merece nuestro apoyo y respeto, hasta en la discrepancia” señaló a los presentes el presidente de la institución provincial, Gerardo Álvarez Courel.
La ponente remarcó que lo que hizo de la Transición un proceso de cambio peculiar fue su naturaleza negociada; “la negociación fue una exigencia, como lo es en la actualidad”, señaló antes de recordar que el texto constitucional de 1978 logró el más alto grado de consenso conocido hasta ahora, con la aprobación del mismo por un 94 por ciento de los parlamentarios.
“La Constitución es flexible, abierta, fruto del consenso, pero no se debe someter a las ideologías y las presiones. Nos movemos en el ámbito de la mutación constitucional cuando sin reforma constitucional existe un cambio de sentido en los preceptos constitucionales, cuando se interpreta o se aplica la Constitución según la óptica de las fuerzas políticas coyunturalmente dominantes. Los supuestos de la mutación nos hacen pensar en una forma de gobierno presidencial, en un modelo de contra-control parlamentario, del ‘tú más o tú peor’, de una independencia judicial tocada en la línea de flotación desde su órgano de gobierno”, argumentó.
A su juicio, “se puede afrontar la idea de una reforma, pero cuando se cumplan los requisitos de consenso equivalentes a los de su gestación”. Así lo expuso después de comentar que “los problemas constitucionales no son problemas de derecho, son problemas de poder”.
“Reivindico el valor del a Constitución por encima de los poderes fácticos. No es un mero reflejo coyuntural de lo político; el sustento de la misma es el pueblo y en él confluyen una pluralidad de ideologías. La Constitución establece expresamente la prohibición del mandato imperativo. Los representantes deben ser de todos; no solo de sus votantes”, remarcó y abogó por retomar la senda de la “grandeza” de los acuerdos alcanzados para su puesta en marcha hace 45 años. “Es preciso recuperar la voluntad de pacto, de compromiso constituyente. Alejémonos de convertir la ira en un hábito”, propuso.