La editorial Plaza y Valdés ha publicado un libro de los profesores de la Universidad de León, Enrique Javier Díez Gutiérrez y Beatriz García Prieto, titulado ‘La Memoria Histórica Democrática de las Mujeres: Segunda República, guerra y exilio’, que constituye el tercer volumen de una tetralogía dedicada a este tema, que tiene el objetivo de sacar a la luz esa parte de la historia que ha permanecido oculta y silenciada durante décadas en los libros de texto, en la enseñanza y en la formación de los estudiantes españoles, señalan desde la institución académica.
Este olvido, apuntan en un comunicado, ha supuesto que las generaciones que han llegado a su etapa adulta carezcan de una formación sólida sobre lo que supuso la dictadura fascista del franquismo, la represión y los crímenes contra la humanidad que durante 40 años perpetró de forma sistemática, así como una ignorancia casi completa sobre la lucha antifranquista que se mantuvo frente a ella hasta los años 60.
Para los autores de la obra, “parece que hubiera una falta de voluntad política clara en todas las reformas educativas que se han llevado a cabo en este país para evitar profundizar en nuestro pasado reciente y garantizar en el sistema educativo el deber de memoria plasmado en el Derecho Internacional y en los Derechos Humanos: educar en la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición”.
El libro ahora publicado se centra en el papel y el protagonismo de las mujeres en ese periodo, situándolas en el lugar de la Historia que merecen como víctimas de una triple represión, “por ser ‘rojas’ y defender la república democrática, por ser libres y luchar por la igualdad y los derechos de las mujeres en la República y por ser compañeras o familia de republicanos”.
En la obra se detallan las formas específicas de represión y de humillación pública que sufrieron las mujeres, como el rapado del pelo (para despojarlas de ese símbolo de feminidad, según la mentalidad tradicional) o la ingesta del aceite de ricino (lo que provocaba diarreas constantes), al tiempo que eran paseadas por las calles imitando las procesiones medievales de la Inquisición.
Además, recibían castigos destinados a atentar contra el rol reproductivo de las mujeres y, por tanto, vinculados a la maternidad, como la separación de madres e hijos e hijas en las cárceles o el robo de menores a madres condenadas a muerte y ejecutadas, que eran traficados a familias afectas al régimen. También el cuerpo de las mujeres fue utilizado como campo de batalla en el que humillar y vencer al enemigo, a los parientes masculinos ausentes, con la violencia sexual y las violaciones.